Opinión | Retiro lo escrito

Canarias, la UE y Draghi

El portavoz de Nueva Canarias en el Parlamento canario, Luis Campos, ayer, durante su intervención en el debate.

El portavoz de Nueva Canarias en el Parlamento canario, Luis Campos, ayer, durante su intervención en el debate. / María Pisaca

La dirección de Nueva Canarias anunció ayer que el partido se incorporará a la lista de Sumar en las elecciones del próximo junio al Parlamento Europeo. Algunos se han quedado un tanto estupefacto por la decisión de NC, pero no hay demasiados motivos. El acuerdo con Sumar –que precisamente este fin de semana pretende articular una dirección ejecutiva reconocida por todos, porque hasta el momento es una mera coalición electoral– viene de la mano de Compromís, cuya relación con NC, aunue no especialmente intensa, viene de antiguo. El anuncio se ha retrasado porque todavía el acuerdo no está totalmente cerrado. Difícilmente podía estarlo. Compromís exigió a Yolanda Díaz el tercer puesto en la lista, y después de una negativa inicial y varias semanas de negociaciones, la ministra de Trabajo dio su brazo a torcer. Las encuestas más recientes le conceden entre cinco y seis eurodiputados a Sumar, y entre uno y dos a Podemos. El puesto de Nueva Canarias no estaría entre los quince primeros, pero Luis Campos, con su habitual optimismo antropológico, está seguro que Compromís defenderá la agenda canaria. La verdad es que tanta confianza bienaventurada da un poquito de repelús.

Para Nueva Canarias la principal preocupación en esta coyuntura electoral es «el crecimiento de la ultraderecha en Europa» y el supuesto efecto disgregador que tendría una oleada electoral reaccionaria, desdibujando, cuando no destruyendo, las políticas europeas en materia de cohesión territorial, convergencia fiscal o protección del medio ambiente y descarbonización, por no hablar de un hipotético arrinconamiento de las RUP. Es más o menos el mantra que todo progresista que se precie repite en los últimos meses, pero la situación –y los problemas políticos y económicos estructurales de la UE– es mucho más compleja y dinámica. Tanto los conservadoress como los socialdemócratas apoyan un nuevo mandato de Úrsula Von der Leyen al frente de la Comisión, pero en ambos casos sin un entusiasmo indescriptible. Von del Leyen aparece como un mal menor o como el intento de una nueva prórroga antes de tomar decisiones arriesgadas y de difícil consenso en Bruselas.

Como al resto de los partidos canarios, a las fuerzas nacionalistas como CC –aliada con el PNV– o NC –ahora socio yolandista– se les escucha poco, para ser conmiserativos, sobre el desarrollo de la Unión y los debates de la política europea. En realidad repiten la misma fraseología ritual desde hace lustros, obsesionados, ante todo, con el estatus de RUP de Canarias, que no siquiera ha conseguido consolidar un liderazgo incuestionable entre las regiones ultraperiféricas. Es un quietismo muy inconveniente para entender una construcción europea claramente en crisis, con una guerra abierta en su territorio y las amenazas económicas y comerciales de China por un lado y de los Estados Unidos –unos Estados Unidos retrumpizados– por el otro. A un servidor le pasma la limitada conversación pública sobre la evolución de la Unión en Canarias. No somos capaces de vincular siquiera dialécticamente nuestros problemas con las estrategias comunitarias. Pero es que además el contexto del debate es otro. El debate lo ha resituado el informe Letta, que ambiciona un cambio en profundidad en la política económica de la UE. Las dimensiones del cambio lo adelanta el apoyo de Giorgia Meloni y de Viktor Orbán a Mario Draghi como candidato presidencial, y no por una súbita conversión de Drahghi a la ultraderecha sino porque les gusta su discurso. Europa se debe reindustrializar. Europa debe emplear recursos en su propia estructura militar. Europa necesita una inversión masiva en I+D+i. Europa necesita defender a sus empresas, crear patentes, no bicotear su propia producción agropecuaria. «Propongo un cambio radical, porque nuestra organización, nuestro modelo de toma de decisiones y nuestro sistema se financiación se diseñaron para el mundo de precovid, preUcrania, preGaza», ha dicho Drahgi. ¿Qué tiene que decir Canarias sobre esa apuesta drahgiana?

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