A veces me pregunto qué diablos hacen algunas criaturas que han sido importantes conductores de programas, relevantes estrellitas en el ‘star system’ de la galaxia televisiva, y que ahora vemos incrustados como piezas de relleno en mediocres espacios. No se si lo hacen por un sentido de la supervivencia televisiva desesperada.
Pongamos por caso Xavier Sardà. Le observo muchas tardes en el programa ‘TardeAR’ de Ana Rosa Quintana (T5). Quizá se trata de una irresistible necesidad, muy común en el mundo de la tele, de mostrarse. Salir para que le veamos, y así existencialmente reafirmarse. La pregunta no obstante sigue siendo: ¿para hacer qué? Ayer hubo un momento, cuando hablaban de Madonna y su triunfo ante dos millones de personas en Copacabana, en que Sardà demostró su función en el programa: conseguir excitar para que se alcance un clima de provocación delirante y que la audiencia se dispare.
Sardà conoce bien el arte de lanzar petardos. A la vista del video de Madonna en Brasil, pegándole un morreo a una bailarina de su ‘ensamble’, y luego ejecutando movimientos de masturbación muy intensos y teatrales, Sardà tomó impulso y exclamó indignado: "¡Mayorcita ya para andarse con esas cosas! ¡Esa pobre bailarina no tiene más remedio, como profesional que es, que morrearse con ella!". Y disfrutando del trastorno que provocaba, lanzó su traca final: "¡Madonna es una vieja verde! ¡Ya está! ¡Tiene 66 años, es antigua, es tristísimo acabar así, francamente, una asquerosidad!". ¡Ahh! ¡Cómo logró encender aquel plató Xavier Sardà! Lo de "¡es una vieja verde!" fue el gran detonante. Es muy probable que a Sardà la señora Madonna le importe un rábano, pero Ana Rosa le ha colocado ahí para que haga este trabajo. Y lo hace.
Sardà tiene precisamente la misma edad que Madonna, pero no ha olvidado las técnicas que aprendió con Gestmusic, cuando esta productora era de Toni Cruz y los Mainat. Allí le foguearon poniéndole al frente de ‘Moros y Cristianos’, antes de ‘Crónicas marcianas’. Para Sardà un programa se levanta a base de pirómanos que transformen el plató en una falla valenciana cada tarde. Antes, cuando él era el jefe, contrataba a Coto Matamoros para que hiciera de incendiario. Ahora le toca a él hacer este trabajo. Salir en la tele o no salir, este es el dilema. Para algunos, insoportable.
