Parece que ya es momento de ir desmitificando esos bulos tan al uso, que ruedan y circulan falsamente sobre la comunidad china cebándose, sobremanera, con sus restaurantes. ¿Quién no ha escuchado alguna de esas leyendas urbanas que de tan repetidas se han instalado en el imaginario popular? Por ejemplo, la que habla del uso que hacen de carne de perro o de gato en los menús; la que asegura que contratan a niños y escolares para cazar insectos y de esta forma disponer de materia prima para la elaboración de sus platos; los rumores sobre la presencia de mafias o triadas que controlan los establecimientos; el supuesto mutismo que mantienen sobre la muerte de sus ciudadanos, a los que no entierran en España porque prefieren ser incinerados y enviados en urnas a su país o, también, aquello de que no pagan impuestos, una evidente falsedad alimentada por el resquemor de aquellos comercios de toda la vida que se ven abocados al cierre, mientras con el rabillo del ojo observan cómo ellos aguantan y aguantan.

Más allá de tanto cuento chino resulta evidente que en España gusta, y mucho, esta cocina oriental –si bien ciertamente occidentalizada– y es que a nadie escapa que este tipo de gastronomía se ha convertido en una de las más populares en nuestro país, en buena medida por su gran variedad de platos y, fundamentalmente, por su económico precio.

El joven matrimonio formado Lily y Zhu representa un claro exponente de ese perfil. Llegaron a Tenerife desde la provincia de Shandong, animados por el padre de él –un manitas que en 1998 se instaló en la Isla–, y tras unos años en el Sur, en 2005 decidieron abrir su propio negocio, y eligieron La Salle.

A lo largo de este tiempo han crecido sus dos hijos –que ya suman 14 y 12 años– y la familia se ha integrado en el barrio, donde son bien considerados, granjeándose el respeto y la admiración del vecindario y la clientela. La receta es simple: trato cercano; discreción y mucho trabajo; excepcional limpieza y una exquisita corrección.

La carta de La Salle 25 –así se llama el local– resulta similar a la de tantos otros chinos, pero quizá sea ese ingrediente tan particular, el cariño, el elemento que la convierte en algo diferente, como también un buen uso del aceite.

Una garantía es ver cómo sus conciudadanos acuden allí a comer –sobre todo devoran las sopas–, y destaca el equilibrio de una propuesta aquilatada, desde saquitos de pasta filo rellenos de carne o gambas; los inexcusables rollitos; wantun; ensaladas... y un guiño occidental con chopitos, calamares, croquetas y hasta tabla de quesos.

El arroz –en sus variedades– nunca falta, pero el must hay que concedérselo a los sabrosos tallarines que prepara Lily, sin desmerecer el pollo, la ternera y entre los pescados –proceden de una región costera– gambas y langostinos.

 Y como final, todo un clásico: un helado caliente con nueces.

(La Salle, 25, en la Avenida de La Salle, Santa Cruz de Tenerife; horario, martes a domingo de 10:00 a 23:00 horas; tfno.: 922 89 13 48).