Quizás no hemos sido conscientes cuando las hemos visto, pero las pequeñas manchas o motas ocres o rojas que a veces aparecen en los huevos al cascarlos, para freírlos, batirlos o para cualquier otro fin, son restos de sangre.

La explicación puede parecer alarmante, pero no tendría por qué serlo. Esas manchas de sangre que se ven en la clara o la yema son coágulos de pequeñas hemorragias que se producen en la gallina durante la ovulación.

En todo caso, estos restos no deberían preocupar al consumidor. Los más aprehensivos pueden retirar las manchas con una cucharilla o con los propios dedos -una tarea no siempre fácil-, pero su consumo no implica ningún riesgo para la salud, según los expertos.

Según la Food and Drugs Administration (FDA), la agencia encarga de la seguridad alimentaria y de los medicamentos de Estados Unidos, estas manchas son normales, se producen por la rotura de algún vaso sanguíneo de la gallina, y no suponen ningún peligro.

A veces, los huevos también presentan unas manchas similares, pero algo más gruesas, que pueden ser de sangre oxidada o descamaciones de tejidos de la gallina que tampoco deberían inquietarnos.

Los huevos, aunque estén en perfectas condiciones, pueden presentar otras aparentes anomalías. Estas son algunas de ellas:

Manchas en la cáscara

Las cáscaras de los huevos no son siempre iguales. Muchos presentan motas o estrías, mientras que otros tienen un color más uniforme.

Estas marcas no deben alarmarnos. Como tales, no son muestra de ningún tipo de anomalía que pueda resultar perjudicial.

Huevos con dos yemas

Si la gallina genera dos óvulos nos encontraremos con este tipo de huevo. No es algo excepcional, especialmente en las gallinas jóvenes, e incluso pueden llegar a darse casos, más raros, de huevos de tres yemas.

Filamentos blancos junto a la yema

Muchos huevos presentan una parte blanca junto a la yema. Se trata de la chalaza y su función es mantener la yema en el centro del huevo. Su presencia más evidente puede indicar que se trata de un huevo fresco.