Dicen que en la mesa y en el juego se conoce al caballero o a la dama. He aquí algunas pautas para saber si quien se sienta enfrente a comer puede ostentar ese título.

Las normas de protocolo son más lógicas de lo que puede parecer. En la mesa, los modales se muestran desde el principio. Cuando se toma asiento, que debería de ser alternando entre hombres y mujeres, si es posible, y partiendo de que el que ostente mayor rango se coloca a la derecha del anfitrión/a, se hará erguido para facilitar la comida, con los codos fuera de la mesa y las manos cómodas para el uso de los cubiertos.

Son los anfitriones los que marcan el paso del menú. Ellos serán quienes desplieguen la servilleta en primer lugar y el resto de invitados les siguen, deslizándola y posicionándola sobre el regazo de manera que siempre esté al alcance. Las servilletas no son elementos que se tengan tan en cuenta como se merecen, sin embargo ejercen una función de apoyo fundamental en caso de tener que recurrir a ella, por ejemplo si se tose, o por obligación para beber, tras haber ingerido algún alimento, con el fin de evitar que se queden restos de comida en el borde de la copa o vaso.

De la misma manera que quienes reciben actúan indicando indirectamente las pautas del comienzo de la comida, los anfitriones son los últimos a los que se les sirve, como garantía de que todos los invitados tengan la comida en su plato.

El servicio siempre se ofrece por la izquierda. Si los guisos se llevan hasta la mesa en fuentes, se facilitarán cubiertos de servir para que lo haga el propio comensal o con ayuda del camarero. Tanto unos como otros deberán calcular bien las cantidades para evitar que el plato se quede con demasiados restos de comida. Cuando se trata de servir la bebida se hará por el lado derecho. Hay que tener en cuenta que los camareros están trabajando, así que aunque se conozcan o sean familiares hay que tratarlos con respeto y manteniendo cierta distancia, pues lo normal es que pretendan llevar a cabo su función de manera discreta y correcta.

En el momento de comer, la posición corporal de los comensales debe ser visualmente elegante y lógica, como muestra de respeto a quienes agasajan, por ese motivo, entre otras cosas, se debe prescindir del teléfono móvil por mucho que sea una parte importante de la vida. Todo el mundo comenzará más o menos al mismo tiempo a comer, asegurándose de que no queda nadie sin servir. Hay una duda que surge muy a menudo y que da pie a un comportamiento equivocado: solo se espera a que se sirva el primer plato, para el resto del menú se empezará a comer a medida que se vaya sirviendo, que será cuando el camarero observe que los cubiertos se han colocado en paralelo y hacia arriba, como señal de que ya se ha finalizado con el anterior. El primer plato, en muchas ocasiones, es frío para evitar que la temperatura estropee los sabores si se tarde demasiado.

Los cubiertos son herramientas que ayudan y cada una tiene su función. A la hora de utilizarlos seguirán el menú de fuera hacia dentro y bajo ningún concepto se tomarán para algo a lo que no estén llamados, como por ejemplo introducir el cuchillo en la boca ya que únicamente se usa para cortar.

Las copas han ido adaptándose a los tiempos y circunstancias, hasta hace poco la más grande era la del agua y la más pequeña la del vino, hoy por hoy esto ha cambiado y las copas de vino son tan majestuosas que en ocasiones llevan casi el peso visual en el puesto del comensal. Es interesante tener en cuenta que la copa de agua se mantiene durante toda la comida mientras que la de vino se cambia si este varía.

Una vez que se ha terminado con el menú y se ha mantenido la posición correcta el cuerpo se puede prestar más distendido, de manera que el receptor perciba que estamos en disposición de una tertulia a la que no le robe el protagonismo los manjares cocinados.

Llegado el momento del café los comensales pueden abandonar, momentáneamente, su sitio. Hacerlo antes se considera una falta grave, a menos que sea de máxima urgencia.

Aunque el protocolo en la mesa pueda parecer complicado, incluso pesado, atendiendo los motivos de cada una de las normas se entiende que son lógicas, sencillas, respetuosas y sobre todo prácticas.