Crítica

Crueldad, belleza y lentitud

Vigo Mortensen, en una escena de la película.

Vigo Mortensen, en una escena de la película. / El Día

Gerardo Pérez Sánchez

Gerardo Pérez Sánchez

Que el western se alza como una especialidad norteamericana muy enraizada en su cultura e idiosincrasia resulta innegable, sin que ello signifique que los demás espectadores a nivel mundial no puedan también disfrutar con esta singularidad estadounidense. Aunque configurar una lista de sus mejores títulos constituye una temeridad, sí es cierto que el citado género escasea desde hace décadas, sobre todo en comparación con el porcentaje de películas de esta temática rodadas en los tramos iniciales de la historia del Séptimo Arte. Ahora se estrena de cuando en cuando alguna muestra de lo que se dio en llamar la Conquista del Oeste. Hasta el fin del mundo (en el original, The Dead Don’t Hurt) nos retrotrae precisamente a aquella época de vaqueros, ranchos en mitad de la nada y revólveres al cinto, si bien no se trata de un modelo de aventuras, ni tampoco un entretenimiento sencillo.

Posee la curiosa habilidad (o, para otros, el detestable defecto) de pretender compaginar la visión de la crueldad humana con la hermosura y la ternura, acompasando todo a un ritmo más bien lento, en ocasiones hasta demasiado pausado, que a la larga se evidencia necesario para la cocción óptima de esta sabrosa degustación. Reconozco que el resultado final me ha gustado por su valentía, honestidad e, incluso, belleza, por mucho que la maldad humana y su naturaleza violenta se empeñen en rehogarla con sabores desagradables. Un drama, pues, correctamente filmado, estéticamente cuidado, a cargo de interesantes personajes y con una trama trabajada.

Algunas escenas recuerdan a cintas ya visionadas, como Cold Mountain, y determinadas partes del guion presentan ciertas similitudes. Aun así, nos hallamos ante una obra de autor con suficientes méritos propios para ser valorada por sí misma, una propuesta ecléctica formalmente clásica, pero moderna en el fondo. En cualquier caso, ni cualquier estómago podrá digerirla, ni responderá a expectativas de acción ni enfrentamientos armados entre indios y cowboys.

Una joven mujer de espíritu libre e independiente comienza una relación con un inmigrante al que conoce en la ciudad de San Francisco. Abandonan el bullicio de la creciente urbe y se instalan en una hacienda a las afueras de un pueblo. Allí inician su vida en común, pero la fatalidad del destino les separa al desencadenarse la Guerra Civil. De repente, ella se queda sola en un paraje inhóspito controlado por una familia violenta y corrupta. Los deseos de tranquilidad de la pareja darán paso a la crueldad y los sentimientos de venganza.

Viggo Mortensen produce, dirige, firma el guion y compone la banda sonora, lo que da la medida de su grado de implicación personal con la historia. Debutó como director en 2020 con la cinta Falling, que le reportó un premio en el Festival de Cine de San Sebastián. Inició su faceta interpretativa en la pantalla grande interviniendo junto a Harrison Ford en Único testigo (1985) y se ha consolidado gracias a sus destacadas actuaciones en Captain Fantastic, Green Book, Promesas del Este, Un método peligroso o Una historia de violencia, aunque su mayor éxito comercial se produjo gracias a la saga de El señor de los anillos, siendo considerado un buen intérprete que mantiene una interesante carrera profesional. Con Hasta el fin del mundo continúa apuntalando su meritoria y relevante trayectoria.

Le da la réplica la actriz Vicky Krieps, quien ya destacó sobremanera en la magnética y exasperante El hilo invisible, acompañando a Daniel Day-Lewis. Su fuerza expresiva encandila a la cámara y la eleva en cada plano. Lleva a cabo una sensacional interpretación. Completan el reparto Solly McLeod (de la serie televisiva La casa del dragón) y Garret Dillahunt (12 años de esclavitud, No es país para viejos).