Primera comparecencia en el Festival de Málaga de Raúl Arévalo, uno de nuestros más queridos intérpretes. En 'Black beach', de Esteban Crespo, Arévalo se mete en la piel de un insaciable ejecutivo cuya vida sufre un vuelco absoluto.

- ¿Cómo ha llevado el confinamiento?

- Pues bien, dentro de lo que cabe. Al principio, como todo el mundo, viendo películas, series y demás, pero luego ni me apetecía. Y en los últimos tiempos me sentía como si estuviera deprimido y hasta como apático; pero ahora bien, adaptándome. Estar en Málaga ayuda: del miedo y el bajón a de repente venir aquí, con el festival perfectamente adaptado... Todo esto te da confianza en que se puede.

- Su personaje de 'Black beach', Carlos, recuerda, salvando las distancias, a Jason Bourne o cualquier otra de esos espías de películas repletas de acción y misterio. ¿Está preparado para hacer lo que le dé la gana?

- Es verdad que parezco un Matt Damon en versión española. Hay mucho empaque en general en esta película, que es una película de 7 millones de euros. Ese empaque fue lo que hizo que, sin haber profundizado mucho en el guion, quisiera volcarme a hacerla sin duda.

- El cine español no está acostumbrado a producciones de este tipo. No tiene nada que ver con, por ejemplo, Tarde para la ira, su debut como realizador.

- Siete veces mas cara. Toda una envergadura de película. El lugar, la ropa, el equipo... todo ayudaba para montar esta realidad. Cuando te ves vestido de representante de Naciones Unidas y a todo un equipo de gente detrás ayudándote, todo cambia. Si me dices que la ONU la hacemos en El Palo, dices: "Bueno, vale". Pero cuando te llevan a un palacete en Bruselas y te ponen esa figuración tan brutal, hay una reacción, algo que te cambia.

- ¿Cómo ha llevado las escenas de acción? Tiene un par de secuencias en las que se le ve pasándolo mal.

- En África bien, pero al final, cuando rodamos en Toledo, fue muy difícil: estábamos a 48 grados, con una plaga de garrapatas... Fue un infierno. Recuerdo que me tuve que meter dos horas en una caravana como un actor pijo porque me estaba mareando [ríe].

'Black Beach' tiene corte de thriller, pero realmente lo que la llena de alma y de sentido es su mensaje social.

Lo que la hace entretenida es ser ese thriller de acción con trama política, pero lo que engancha es el giro emocional. Decimos "Qué mal que se está muriendo la gente de hambre" o "Qué mal lo está pasando México con la Covid-19", pero si tuvieras a tu primo en México, la cosa sería diferente. O si se te muere alguien por no llevar mascarilla, no es lo mismo que el que se va a la fiesta de la espuma a Magaluf. El personaje piensa en África como negocio del petróleo y empresas, llega allí y es un niño pijo que piensa que no le va a pasar nada. En el momento en el que llega el giro que le afecta personalmente todo lo que antes veía desde la distancia ahora resulta no estar tan lejos. Y eso es lo que creo que es lo interesante de esta película.

- Con Calparsolo ha hecho El aviso y 100 años de perdón, ha dirigido Tarde para la ira... Está muy cercano al thriller. ¿Cómo afronta el género y la dirección Esteban Crespo?

- Ante una semejante barbaridad de película que yo no me podría ni plantear, mantiene la calma, al menos de puertas para afuera, aunque luego se tenga que tomar pastillas para dormir y no levanta la voz aunque la cosa se complique [ríe]. A lo mejor soy más del mundo de Calparsoro, aunque él es más bruto que yo: en algún momento de caos durante el rodaje en el que Esteban pedía calma y tranquilidad Dani y yo quizás habríamos sido más brutos a la hora de pedir... Pero Dani es un cacho de pan, ¿eh?