Calificación: *** País: Francia e Italia, 2019. Producción: Prima Linea Preoductions-France 3 Cinema-Pathé-Indigo FilmsRAI Cinema. 2019. Director: Lorenzo Mattotti. Guion: Thomas Bidegain, Jean-Luc Fromental y L. Mattotti, basado en el libro de Dino Buzzati. Música: René Aubry. Duración: 83 minutos.

Una más que correcta y en ocasiones deliciosa adaptación a la gran pantalla del libro homónimo de Dino Buzzati efectuada por un brillante ilustrador y autor de novelas gráficas, el italiano Lorenzo Mattotti, que tiene la virtud de haber aglutinado lo mejor de la inspiración gráfica de ambos maestros del género.

Con un estilo propio del cuento infantil y con una sencillez que sorprende por lo efectiva y sugerente, el espectador se convierte en testigo privilegiado de una experiencia estética más que estimable. De este modo adquiere su verdadero sentido un relato que es, por encima de todo y como expresó el propio Buzzati, una metáfora sobre la colonización, la apropiación cultural y la utilización despótica del poder.

Acogida con total beneplácito por la crítica, como lo demuestra el hecho de que fuera incluida en la prestigiosa sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, la película sabe aunar factores plenamente infantiles resueltos con una considerable imaginación que evita que el argumento se pierda en un exceso de ingenuidad. Es más, diríase que Mattotti, que hace frente a su primer largometraje, ha impregnado los dibujos de ese toque personal que aporta una originalidad exclusiva a su trabajo, sin renunciar a un sentido del humor que se agradece.

El caso es que este sabroso cuento viaja en volandas sobre un entorno geográfico y humano, la Sicilia que se plasma con monigotes repletos de colorido y de encanto, que sufre los estragos de una terrible invasión, la de los temibles osos. Porque lo que no puede admitir el Rey Oso es que haya que cruzarse de brazos cuando su hijo Tonio ha sido secuestrado por cazadores de las montañas de la isla italiana. Eso sí, hay que recurrir a la estrategia y esperar a que llegue el terrible invierno para llevar a cabo la necesaria invasión. Se llega así a un delirante final en el que se impone lo mejor del menú, una combinación casi surrealista de dibujos infantiles con un colorido deslumbrante.