Transita por escenarios explorados en diversas ocasiones por el cine, en concreto por la comedia romántica, aunque lo hace desde una perspectiva entre dramática y misteriosa que tiene poco que ver con la vía humorística que de forma mayoritaria predomina en esta cinta y en los títulos más conocidos que la han inspirado, es decir Atrapado en el tiempo y Una cuestión de tiempo.

Se ha intentado, por ello, aportar unas dosis de originalidad que impidiera caer de lleno en la mera repetición. No se ha logrado así el objetivo plenamente deseado, pero al menos se ha impedido el plagio puro y duro. Lo más relevante es que este empeño ha partido de un proyecto que tiene el mérito de ser una ópera prima y que ha intentado escapar de lo puramente trillado. Por eso formó parte de la sección ZonaZine del Festival de Málaga y de ahí que contenga algunas virtudes que escapan de la mediocridad. Otra cosa, desde luego, es que haya rentabilizado un relato que con un poco más de acierto podría haber llegado más lejos.

De la mano de una actriz que se ha formado casi por entero en la pequeña pantalla, una Iria del Río que ganó el premio de interpretación femenina en el Festival de Alcala de Henares por Los dinosaurios ya no viven aquí, el público entra en la mecánica del tiempo y se va a sentir atrapado en los esquemas del bucle o de la reiteración hasta el infinito.

Todo acontece cuando un grupo de seis amigos llegan a una casa rural para disfrutar de unos días de vacaciones. Es una ocasión que tratará de aprovechar una de las chicas, Alba, que siente que la relación con Pablo, su novio, atraviesa una grave crisis que puede llevar de inmediato a la ruptura. Lo que menos podía imaginar, sin embargo, es que esa circunstancia se repitiera una y otra vez, con la sorprendente curiosidad de que cada vez que lo hace el asunto se acorta una hora, poniendo por tanto un plazo de finalización. No es un resorte "inspirado" para que el asunto funcione o interese, más aun si se tiene presente que la historia no destila el encanto necesario y la faceta romántica no llega a captar su auténtica dimensión.