Entrevista | Beatriz Mesa Periodista y profesora del Collège des Sciences Sociales de la Universidad Internacional de Rabat

«No nos llegan organizaciones armadas, sino población que huye de su violencia»

«Hay una relación directa entre la crisis del Sahel y las migraciones hacia Canarias», afirma la periodista y profesora de la Universidad Internacional del Rabat

Beatriz Mesa, periodista y profesora de la Universidad Internacional de Rabat.

Beatriz Mesa, periodista y profesora de la Universidad Internacional de Rabat. / LA PROVINCIA / DLP

Beatriz Mesa (Cádiz, 1982) es periodista y profesora del Collège des Sciences Sociales de la Universidad Internacional de Rabat. Está especializada en los grupos armados que actúan en el Sahel y considera que la inestabilidad de esta región africana está directamente relacionada con el incremento de los flujos migratorios hacia Canarias, pues la población se ve obligada a escapar de la violencia de los grupos armados.

¿Qué factores contribuyen a la situación de inestabilidad del Sahel?

En la frontera de Liptako Gourma –región entre el este de Malí, el oeste de Níger y el norte de Burkina Faso– existe una situación de crisis de múltiples formas que ha provocado una movilidad extracontinental importante, así como desplazamientos dentro de los propios países. Ha habido una llegada masiva de embarcaciones a Canarias desde Mauritania, en las que encontramos a muchos malienses que están huyendo de una situación de conflicto que, aunque no les afecta directamente, aumenta la pobreza y ocasiona graves problemas para acceder a productos básicos. Además, desde hace un año, se han endurecido especialmente las condiciones socioeconómicas de la población maliense, debido al problema de inseguridad de las zonas donde actúan los diversos grupos armados. Por esto, a las Islas llegan muchos jóvenes de Malí, que no ven perspectivas de futuro ni horizontes en su país. Hay una relación directa entre la crisis del Sahel y las migraciones hacia Canarias.

En Europa existe temor a que a través de la ruta canaria se infiltren terroristas del Sahel.

Hay que desvincular las migraciones del conflicto entre los grupos armados, ya sean yihadistas o secesionista, con el Estado o con el grupo Wagner. A Canarias no llegan elementos de las organizaciones armadas, sino la población impactada por su violencia. Estos grupos de insurgencia son minoritarios, pero cuando un Estado está en guerra con ellos, invierte mucho en seguridad y no se preocupa de temas que afectan directamente a la dignidad de las personas, como son la seguridad alimentaria. Esto está pasando en Malí, pero también es extrapolable a Níger, donde hay un problema de inseguridad política por la vuelta de los regímenes militares.

¿Cómo afecta la política a las migraciones?

No solamente hay que achacar las migraciones a una cuestión social, económica o de inseguridad en general. También es una cuestión de inestabilidad política, porque hay un retroceso en las libertades en Níger, Malí o Burkina Faso. Hay muchas migraciones que se producen por desafección política, como ocurrió en Senegal antes de la victoria de Bassirou Diomaye Faye. En Senegal se han vivido años convulsos por las disputas entre el expresidente Macky Sall y sus opositores. Esto se puede replicar en los países del Sahel, donde la ocupación de la silla presidencial por parte de presidentes militares está cerrando los espacios de libertad.

Además de Malí, ¿qué países del Sahel son potenciales emisores de migrantes hacia Canarias?

Ahora estamos viendo migrantes mauritanos de las tres comunidades negras más importantes de país –wolof, pular y soninké–, así como senegaleses y malienses.

Los desplazamientos internos han ocasionado una crisis migratoria en Mauritania.

Hay importantes crisis internas entre las diferentes fronteras: Malí con Mauritania, Malí con Níger y Malí con Burkina Faso. Se han creado campamentos de refugiados en los que se instalan los malienses, que huyen de las zonas en conflicto y buscan una salida a una situación de violencia. La Organización Internacional de Migraciones (OIM) está trabajando mucho para dar determinadas garantías a estas personas que se han visto obligadas a salir de su hogar.

¿Por qué Europa y España ponen tanto el foco en el Sahel?

Llevamos más de diez años fijándonos en el Sahel como uno de los espacios más importantes para la seguridad internacional, especialmente para la seguridad de España. Entre otras razones por los flujos migratorios, pero también por los grupos terroristas de diferentes banderas. Yo creo que Europa ya está entendiendo que esto es mucho más complejo que una dimensión ideológica. Europa lleva más de diez años en la lucha antiyihadista con la operación Barkhane, liderada por Francia, pero la ruptura de Malí y Burkina Faso con su antigua metrópolis ha irritado la zona. Ahora hay una ocupación por parte de Rusia, que está haciendo que se desplace a Occidente. A Europa le ha costado irse de la zona y ha tenido que hacerlo de forma obligatoria por esa ruptura con Francia. Habrá que ver cómo afecta ese cambio geopolítico a los intereses de Europa en los próximos diez años. 

¿En qué ha fallado Europa?

En no traer seguridad después de diez años de experiencia con la operación Barkhane, que tenía que luchar contra los extremismos y los grupos armados, pero ha producido un efecto contrario. Se ha incrementado la presencia de los grupos armados y la violencia es cada vez más transnacional. Además, Francia se alineó con una parte de la insurgencia secesionista, enemiga de los Estados del Sahel y se entendió como una tradición. 

¿Rusia está aprovechando ese espacio?

Rusia ha aprovechado la desafección y la crisis que se ha generado con Occidente. Rusia ha intervenido sin discriminar quién porta qué bandera para recuperar el norte de Malí. Ha hecho el trabajo sucio que los franceses no hicieron, porque también implicaba una omisión importante de los derechos humanos.

¿Las relaciones de España y Marruecos han contribuido a cerrar la ruta del Mediterráneo?

Ningún acuerdo cierra rutas, porque la solución es completamente estructural. Los acuerdos teóricamente consiguen mejorar la gestión de movilidad y que los cuerpos y fuerzas de seguridad se impliquen más en el control migratorio, adoptando un rol de gendarme, pero Marruecos no puede hacer ese trabajo solo. Europa y África seguirán estando conectadas por una dinámica de movilidad hasta que no busquemos soluciones que vayan más allá de un control estrictamente securitario, porque el control de las migraciones no depende de la seguridad.

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