Vuelve este 2020 a Tenerife para encabezar el cartel del Santa Blues.

Estuve aquí en 1990 con Jerry Lee Lewis. Hizo una gira por toda España y resulta que, por mis contactos, entré en su banda. Le faltaba un músico y yo toqué el bajo y la guitarra con ellos. Estuve en la Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife. Tengo un gran recuerdo de aquello. Nos llevaron al Hotel Mencey, uno de los mejores que yo conocía en aquella época, de joven. Desde entonces no había vuelto a Tenerife. Él aprovechó esa gira a raíz de la película G reat Balls of Fire, que fue muy famosa y la protagonizó Dennys Quaid, que hizo el rol de Jerry Lee. Este hombre cumplió hace unos días 85 años, de hecho. Me vienen unos recuerdos enormes porque aquello fue grandísimo, estaba la plaza a tope y fue un concierto inolvidable. No había vuelto y si lo he hecho es gracias a este festival, que es una iniciativa fantástica porque divulga la música afroamericana en todas sus formas y estoy encantado de participar. La verdad es que sabía que había varias ediciones ya y he tenido la suerte de caer en esta. Estoy muy contento.

Ha compartido escenario con otros grandes como Mick Taylor, guitarrista de los Stone.

Estando en Nueva York, en 1988, conocí a Mick Taylor a través de un amigo mío, músico de Nueva York también, que se llamaba John Campbell. El pobre murió años después a causa de una enfermedad pero iba camino de ser una gran estrella porque firmaba contratos con sellos muy importantes. Le conocí en una tienda de instrumentos donde trabajaba de día y nos hicimos amigos. Fue él quien me dijo que Taylor estaba tocando en un club que se llamaba el Lone Star Cafe. Fuimos a verle. Pude conocerle y decirle que había sido una influencia tremenda para mí desde que estaba con los Rolling Stones. De hecho me compré el mismo modelo de guitarra que él tenía, imagina el impacto que supuso conocerlo. Le dije que iba a intentar llevarlo de gira por España. En aquel momento las cosas no estaban tan saturadas y eran más fáciles. Se pudo y conseguí traerle en muchas ocasiones hasta pasado el año 2000. Estuvo viniendo y resultó que era el guitarrista de los Rolling Stones, ni más ni menos. Han sido cosas que hoy las pienso y no sé ni cómo pudieron darse delante de mí.

Habla de que antes las cosas eran más fáciles, ¿cómo ha cambiado el panorama del blues en España desde que usted empezó hace ya unos 40 años?

Ha avanzado mucho. Yo lo digo humildemente: me consideran pionero en crear una bluesband en la que toda la temática está dedicada a este género. La monté en 1984 y en aquel momento el blues estaba un poco dormido en todo el mundo. Se despertó también en Estados Unidos a mediados de esa década gracias a Stevie Ray Vaughan, que fue el que empujó a que ese espíritu volviera. Yo tuve la suerte de estar allí, en ese momento, en una ciudad como Madrid con una noche espectacular y llena de clubs donde las oportunidades de tocar eran continuas y donde las visitas de músicos eran habituales con jam sessions en todas partes. Ha cambiado, sí, pero es que hay un gran aumento en la afición por este tipo de música. No es masivo porque es una música que está por debajo de la línea comercial. Entendemos que el rock y el pop y esta serie de estilos son los géneros que venden masivamente. El blues -lo mismo que puede ser el jazz, el flamenco o el folk- es una música un poco más minoritarias pero cuidado que tienen mucho público. El blues tiene mucho público porque es un género que es música madre y les gusta a la gente del jazz y a la gente del rock. Es la raíz afroamericana de la que nacieron todos los otros géneros. Todos los amantes del jazz y del rock respetan al blues como un género que dio vida a otros estilos. Además, el público del blues es muy fiel: siguen los festivales, los clubs y los discos. Eso hace que se mantenga una escena y un ambiente que es muy representativo. El blues español está muy bien considerado en Europa actualmente. Lo toman en cuenta porque está en el mapa de forma muy definida.

Ese ambiente de clubs en el Madrid de los ochenta, ¿sigue vivo hoy en día para los artistas que empiezan?

Sí. Claro que sí. En aquella época había más clubs y más posibilidades de tocar dado que las normativas no eran tan estrictas como ahora. Actualmente son muy exigentes con todo. Esto hace que muchos de los locales que presentaban música no puedan hacerlo porque necesitan una serie de licencias y condiciones. Se van poniendo las cosas difíciles. Pero hay un circuito importante. Aunque ahora en esta situación sanitaria todo es absolutamente anormal, cuando todo vuelva a su sitio tendremos un ambiente importante de clubs porque las ciudades sin clubs y sin música son solo montones de cemento en los que falta la vida. Por otra parte, yo considero que los clubs y la música son más importantes que una farmacia de guardia.

Hablaba de sus compañeros de lujo pero también tiene en su haber la visita a infinidad de escenarios de lujo. ¿En qué lugar se ha visto tocando que nunca se hubiera imaginado antes?

Pues me ha pasado en muchas ocasiones. Visito todos los años Dallas y hubo ocasiones en las que en los clubs se me ha presentado gente que son grandes estrellas. Me he encontrado con ellos en los escenarios por ser habitual en sitios donde tenían de invitados a grandes músicos de blues americano que estaban por la ciudad. Te puedo decir tantos ejemplos que ahora mismo no sabría cual destacar. Una de las experiencias más grandes es el haber estado cinco años de forma intermitente con Buddy Miles, el batería de Jimi Hendrix. Cuando estaba en el colegio tenía su disco y fíjate, treinta años después de aquello me encuentro con ese hombre que a mí me marcó muchísimo. Eso fue a través de Mick, que habló con el manager y conseguimos traerlo a España. Fue una de las grandes experiencias. Todo eso va marcando el camino y te va impulsando a ser mejor para estar a la altura de las circunstancias que se presentan. Eso es lo fascinante de la música, de evolucionar siempre.

En su concierto en el Guimerá estuvo acompañado por un músico argentino pero afincado en Tenerife con el que le une una relación muy especial, Juan Cruz Barrueco.

Tengo con él una relación muy especial, sí. Él vino de Argentina a Madrid, se instaló allí y se hizo muy asiduo de mis reuniones musicales en un club donde hacemos una jam session abierta. Nos fuimos conectando con una gran amistad y ha sido él el que consiguió hacerme venir a Tenerife. Le estoy tremendamente agradecido. Estoy muy contento de haber estado en el Teatro Guimerá y en esta isla tan increíble, con sus arenas volcánicas y esas palmeras tan especiales.

¿Cuántas horas puede pasar usted al día improvisando y tocando su guitarra?

Pues es algo que depende mucho porque es permanente y constituye mi actividad habitual. Mi vida gira en torno a mi pasión y mi pasión se ha convertido en mi ocupación. Sería difícil decir cuántas horas. Hay días que paso todo el día y otros que puede ser solo un rato. Tampoco es nada obsesivo pero me sale, lo necesito, me produce un placer enorme y personal. Producir música es algo indescriptible y por eso esto es difícil de contestar exactamente.