El mundo de la ópera esconde historias hermosas, amistades y sentimientos que, como la misma música, trascienden el escenario y llegan al corazón del público. El pasado martes, la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife acogió el estreno de Rigoletto, el segundo título de la temporada de Ópera de Tenerife. Esta historia pone el acento en el amor profundo que un padre (Rigoletto) siente por su hija (Gilda) y en las aparentes contradicciones entre esos hermosos sentimientos y el papel que el progenitor desempeña en una corte corrupta y llena de trampas. Sus protagonistas, además de ponerse al servicio de esta trama también mantienen un vínculo especial.

Habrá aún dos funciones más. Serán dos valiosas oportunidades para ver esta producción, encabezada por el barítono Luis Cansino, en el papel de Rigoletto, y la joven soprano Leonor Bonilla, que encarna a Gilda. Será esta noche, a partir de las 19:30 horas y el sábado, de nuevo, en el mismo horario. Además, el prestigioso Mario Pontiggia se ha puesto al frente de este Rigoletto, el primero de los títulos de la famosa trilogía popular de Verdi, al que le siguen Il Trovatore y La Traviata.

"Pueden sentirse muy orgullosos en Tenerife por esta producción, se ha conjugado un muy buen elenco. Se han cuidado mucho no solo los papeles principales sino los otros roles, algo que no sucede en todos sitios", destacó Cansino. "Creo que esto se debe fundamentalmente a que Tenerife tiene ese plus que le da la tener Opera (e)Studio, que es algo absolutamente novedoso en España. Esto posibilita que cantantes jóvenes desarrollen, aprendan y puedan tener luego la oportunidad de realizar personajes en producciones, algo muy habitual en muchos teatros europeos", aseguró ayer el conocido intérprete sobre la calidad del espectáculo producido por Ópera de Tenerife.

Cansino y Bonilla, padre e hija en Rigoletto, comparten una de esas hermosas historias que da la ópera. Hace unos siete años, Bonilla era aún una estudiante y compaginaba sus estudios con su labor como chica del coro en el Teatro de La Maestranza, en Sevilla. Fue en ese momento cuando Cansino, durante una visita a la ciudad para participar en su temporada de ópera, tuvo "la amabilidad de venir al Conservatorio a darnos una clase magistral y a escucharnos. Ahí nos conocimos de verdad, aunque ya lo había escuchado esa misma temporada cantando precisamente Rigoletto. Fue el primer Rigoletto que escuché y me encantó", rememoró la cantante.

Desde entonces han compartido amistad y un cariño muy especial. La casualidad, o quizás el destino, ha hecho que coincidan ahora juntos cantando el mismo título de Verdi. La fortuna ha propiciado que eso suceda en Tenerife, lugar con el que Bonilla se siente muy unida pues también formó parte de ese exitoso proyecto formativo para jóvenes cantantes de ópera que es Ópera (e)Studio. "Le tengo una admiración muy grande a Luis Cansino. Para mí es un lujo trabajar aquí con él, y más en Rigoletto", recalcó Bonilla.

El mismo cariño y admiración muestra el barítono hacia la soprano. "Recuerdo cuando escuché a Leonor por primera vez, cantó la Olympia de Los cuentos de Hoffmann. Pensé que qué hacía esta muchacha en el coro. Uno está tristemente habituado a escuchar voces impresionantes pero que luego no llegan. Leonor, independientemente de su calidad, es muy inteligente y tiene muy claro cómo tiene que conducir su carrera. Por eso sí está yendo por la senda del triunfo y el éxito", concluyó el intérprete.